secretos de una bruja moderna
esoterismo, conocimientos y magia casera para mujeres del siglo XXI
sobre el libro
Tras casi una década en el silencio literario, la esoterista Mery Meyer vuelve a retomar su faceta de escritora para explicarnos, esta vez, sus secretos como bruja moderna.
Mery Meyer (Cádiz, 1969) sintió su despertar como bruja muy joven y, al igual que sucede a muchas otras mujeres, sabía que las particularidades de su personalidad estaban vinculadas a la magia.
“Secretos de una bruja moderna” nos habla del devenir de una bruja; del descubrimiento de esa faceta esotérica que vive en todas aquellas mujeres que se acercan a la magia y hacen de ella su estilo de vida.
La autora, que alterna su vida laboral y personal con sus aficiones esotéricas desde hace décadas, nos habla de todo aquello que atañe a su vida como bruja moderna, desde su primera iniciación ritual o su experiencia con el amor, a prácticos rituales paso a paso, la importancia de las fases lunares, el calendario mágico para celebrar ritos o la selección de productos esotéricos que no pueden faltar en su hogar, entre otros muchos temas.
Este libro, el séptimo de la autora, es además una oda a la mujer y así queda reflejado en diversos capítulos en los que la escritora desgrana cómo la evolución de la bruja moderna va ligada a los significativos cambios que la mujer ha vivido durante el último siglo.
La bruja moderna se siente una mujer liberada, fuerte. Es consciente que debe defender sus creencias y no tiene miedo a los enemigos que el siglo XXI sigue poniendo frente a ella…
descubrirás…
Cómo supe que era una bruja (moderna)
¿En qué creemos las brujas?
Los enemigos de las brujas en el siglo XXI
¿Cómo vive el amor una bruja moderna?
De la jardinería, a los rituales con plantas
Mis primeros pasos con el tarot y las runas
¡y muchos otros temas!
Prólogo
Desde que en 2008 vio la luz mi primer libro, Rituales prácticos para la magia casera, han pasado muchas cosas en mi vida. Entre ellas, tener la gran oportunidad de escribir y poder publicar cinco libros más en los siguientes cuatro años, el último de ellos en 2012.
Como explicaré en las siguientes páginas, me siento bruja desde muy joven, y supe que lo era antes aun. Se podría decir que prácticamente desde niña…
Sentirme bruja, con todo lo positivo que para mí conlleva esta palabra, es algo que claramente ha marcado mi vida. Me siento bien conmigo misma y creo en mí, algo fundamental para andar por este camino que es la vida.
No siento ni he sentido nunca la necesidad de explicarle a la gente (en general) que soy bruja. No tengo nada que esconder, absolutamente nada, me acepto plenamente y sé que soy capaz de lograr grandes cosas en la vida como la mujer que soy, Mery Meyer, no por ser bruja, haber nacido en un determinado lugar o haberme relacionado con determinadas personas.
Supongo que por este mismo motivo jamás me hubiera planteado hasta hace unos años escribir un libro como este. Pero en la vida todo pasa por algo.
A finales del 2018, pocos días antes de Navidad, salí una tarde a merendar con una de mis mejores amigas y su sobrina, de 6 años de edad. La niña, que aun tiene esa magnífica edad en la vida en que todo parece mágico, siempre se refiere a mí cariñosamente como “la amiga bruja de la tita”. Lo que a muchas personas les parecería prácticamente un insulto, o como mínimo no tardarían a corregir a la pequeña, a mí siempre me ha hecho especial gracia.
Alba –así se llama la chiquilla– siente desde que me conoce un fascinante interés por mi vida como bruja. Me pregunta a menudo por mis hechizos, por mis “gatos mágicos” y suele insistir en averiguar dónde pueden comprarse escobas voladoras. ¡Bendita inocencia!
Aquella tarde de invierno todo transcurrió como de costumbre. Se acercó a mi bolso preguntando si ese día llevaba varita mágica, me preguntó si una bruja como yo podía hacer aumentar el chocolate de la taza y, como siempre, me pidió que le enseñara alguna foto nueva de mis gatos, algo nada difícil puesto que como cualquier persona que conviva con felinos dedico muchas fotos a captar su elegancia (y, por qué no decirlo, su magia) innata.
Tras la habitual ronda de preguntas y risas, su tía dio por finalizado el divertido interrogatorio y desvió su atención con un enorme croissant de chocolate que el camarero estaba acercando a la mesa. Antes de hincarle el diente, Alba insistió en que tenía una pregunta más: “Y tú, Mery, ¿cómo supiste que eras una bruja?”.
Su tía y yo reímos al unísono, pero mi amiga poco tardó en darle una respuesta “¡uy, Alba… esa respuesta daría para un libro!”.
Y ahí empezó todo.
Hasta la fecha había explicado a contadas personas mi origen en la brujería (familia muy directa y amigos muy cercanos), principalmente porque hablar de mí misma nunca me ha entusiasmado.
A partir de ese tarde de Diciembre estuve unos dos meses dando vueltas a la idea de explicar a la gente cómo era mi vida como bruja. Debía valorar seriamente si quería abrir mi corazón –y, en realidad, mi vida– a muchas personas, la gran mayoría de ellas desconocidas.
Recordé que una famosa frase advierte que “el peor lugar para guardar un secreto es en otro ser humano”, pero nunca nadie ha dicho que guardar un secreto en un libro sea un mal lugar…
Mis secretos de bruja moderna, en 13 capítulos
Con la decisión tomada de escribir este libro, empecé a estructurar su contenido. Tras los primeros esquemas de los temas a tratar, sonreí al ver que el índice de capítulos respondía a una cifra mágica para mí: el trece.
Pensé que no era casualidad. Para la mayoría de la gente, el número 13 es un número fatídico, negativo, casi terrible; para mí, es mi número favorito.
Igual que con el 13, pasa con las brujas: la mayoría de gente las teme o las repudia, mientras para mí ser una bruja es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.
Lo vi claro. Empezaría el libro desmintiendo algunos tópicos sobre el número 13 y explicando su parte positiva, al igual que a lo largo de los 13 capítulos dedicaría mis palabras a normalizar el concepto de brujería, rechazando las absurdas ideas que aun hoy muchas personas creen sobre las brujas.
Es inevitable pensar en el 13 como un número maldito. La razón es sencilla. El trece se relaciona con los doce apóstoles, Judas Iscariote incluido que, junto a Jesús de Nazaret, se sentaron juntos en la triste Útima Cena.
Pero si nos olvidamos de la herencia cristiana, que es muy posterior a los orígenes de la brujería a nivel de cultos y creencias, veremos que, en diversas culturas, el número 13 era para sus sacerdotes y magos un número sagrado y, ante todo, de poder.
Los hititas, acadios, púnicos, los egipcios antiguos durante un buen periodo de siglos y dinastías, e incluso los mayas, siempre obsesionados por las cifras, coincidían en conceder a este número una fuerte carga positiva e incluso de poder y dominio sobre los demás.
Se sabe que las primeras relaciones del número 13 con la brujería se remontan a los antiguos cultos matriarcales (primeros siglos del Cristianismo), aunque muy posiblemente sean anteriores y fueran una herencia de arcanas creencias púnicas.
Muchas escuelas mistéricas consideraban el 13 -y lo siguen haciendo actualmente en algunas sociedades secretas ocultistas- como un número revolucionario; el que nos incita a revelarnos contra los poderes que nos oprimen.
Las brujas, durante siglos oprimidas y asesinadas, se mostraron como verdaderas revolucionarias contra los diferentes poderes religiosos, políticos e incluso sociales que las sometían.
Debido a este paralelismo, el número 13, sinónimo de revolución, fue considerado un número talismán por muchos grandes ocultistas, como el Mago Agrippa, Paracelso o Aleister Crowley.
El número 13 y las brujas compartían y compartirán siempre su carácter revolucionario. Sirvan los 13 capítulos de este libro como parte de esa revolución que yo empiezo hoy para contar, sin reservas, los secretos de una bruja moderna.
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Vero Ferrari